Jul 21, 2008

Josep Pla. El Hombre Insignificante.

Tras meses de someterse tácitamente a los designios médicos sobre su ajado cuerpo, el Hombre Insignificante recibió los resultados en un sobre sellado de la medida de varias radiografías y demás pliegos escritos en jerga quirúrgica, y sin leerlos los escondió bajo el brazo.

El Joven, al ver a su abuelo convertido en la antítesis de un infante curioso, preguntó por la razón, pero no obtuvo respuesta, ni moraleja.

De modo que pasó el tiempo, y andando decidieron sentarse en un banco cualquiera de cualquier parque, como dos personas que entre semana se escaquean de sus obligaciones menos obligatorias, y encuentran en lo cotidiano el lugar donde respirar hondo hasta sentir ese limpio anhelo dentro en sus pulmones.

Y nadie miró el reloj mientras hablaron de un día pretérito cualquiera, en el que el abuelo siendo joven se encontró en el motor de su coche a un gato hecho un ovillo, de como éste le miró más atemorizado que confuso a los ojos, y pegó de repente un brinco, resuelto, arrojándose directo al enlucido de la pared más cercana, una pared que por supuesto ya no existe.

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